¿Promoción o persuasión?
En estos tiempos de redes sociales y medios digitales, la existencia de seudo promotores o seudo relacionistas públicos es cada vez más común, y el gremio arquitectónico no es la excepción.
A diario surgen empresas o personas que prometen impulsar tu trabajo, colocar tus proyectos en medios especializados y, sobre todo, aumentar el número de seguidores en tus redes. Algunos buscan estafarte, otros presumen manejar múltiples marcas solo para ganar fama, y unos pocos sí hacen su labor, aunque a costos inaccesibles.
Conviene recordar que la labor de las relaciones públicas fue desarrollada por Edward Bernays, maestro de la persuasión y la manipulación, quien creó grandes campañas para influir en el consumidor y cambiar hábitos humanos, inspirándose en las ideas de su tío Sigmund Freud.
Básicamente, eso mismo intentan replicar muchos de estos seudo “profesionales”: te venden ilusiones, prometen contactos con los medios y aseguran tener el poder de hacer crecer tu comunidad. Pero si realmente contaran con ese alcance, no organizarían eventos donde ellos mismos son los únicos protagonistas, sin la participación de personas o empresas con verdadero valor.
Hace unos días vi la historia de un influencer que contaba cómo alguien se le acercó para ofrecerle servicios de relaciones públicas, prometiéndole un sinfín de beneficios —entre ellos, su participación en Design House—. Al final, todo fue una estafa. Lo curioso es que el propio influencer tampoco mencionó quién fue esa persona o empresa, dejando el tema en el aire y sin asumir su parte de responsabilidad.
Ser un verdadero relacionista público requiere trayectoria, credibilidad y resultados comprobables. No basta con saber persuadir; se necesita respaldo, reputación y coherencia.
No te dejes engañar por campañas vacías ni por discursos persuasivos.
En un entorno tan saturado de apariencias, el valor está en trabajar con profesionales reales, no con vendedores de humo.
Opinión de:
Fabián Del Valle



