Ser arquitecto
Por: Lola Sati.
El estudio de la disciplina de arquitectura no hace al arquitecto, le regala herramientas y teorías que de acuerdo a su contexto se consideraron aceptables. Sin embargo, de acuerdo a un común denominador del sistema educativo en nuestro país y en general Latinoamérica, donde se promueve mas la obediencia que el pensamiento crítico, no todos los estudiantes alcanzan a abstraer el espíritu de lo que se pretende ofrecer. Es cierto también que la rigidez de algunos profesores o falta de vocación, no dan margen de exploración a los estudiantes, limitándolos y poco a poco encajonándolos en los mismos lugares que se han venido ocupando históricamente.
La arquitectura, al ser una rama de las bellas artes, es precisamente el output entre el arte y la función. Su expresión está vinculada a un sentido del ser mas excelso que algo pragmático, he aquí la clave donde los arquitectos se empiezan a distinguir unos de otros. Si bien es cierto que la profesión da más que únicamente diseñar, y puedes volverte un buen técnico, constructor, administrador de obra, docente o incluso la imagen de la empresa, lo fuerte es tu capacidad para plasmar ideas gráficamente. Esa capacidad de análisis, abstracción, reinterpretación, innovación de propuestas es lo que se va notando tanto en la etapa de formación como en el ejercicio de la profesión. Poco a poco los trazos se van volviendo mas armónicos de acuerdo a la expresión del ser, personalidad, influencias, pensamientos. Siempre y cuando exista también un serio compromiso con la práctica y la pasión hacia la arquitectura, evitando caer en conformismos o recetas sin contenido arquitectónico relevante.
Miremos a Steven Holl como un ejemplo de ello, quien pareciera defender lo escrito en “La poética del espacio” de Gastón Bachelard, aunque durante el proceso de diseño, la geometría, la luz, el color o la materialidad se miren por separado, el resultado de la obra lo integra de tal manera que la percepción sea un todo. El piensa que la arquitectura nace de dentro hacia afuera.
Fernando González Gortázar asociaba su trabajo de la arquitectura con la felicidad, a pesar de que esta no es perpetua, en su visión un arquitecto podía contribuir a la infelicidad de otros seres por el simple hecho de construir un producto pobre. Es notorio el esfuerzo y compromiso de su premisa en cada proyecto, mucha evolución en la plástica, materialidades, tamaños e impacto social.
Tatiana Bilbao, mas joven con otro contexto y otra forma de experimentar arquitectura, trata de incluir otras voces para enriquecer los proyectos, su intención es combinar los alrededores, volviéndose parte de la naturaleza así como también incluir esas referencias en la materialidad y en sus obras se ve plasmado eso.
Eliud Kipchoge dice que solo los disciplinados son libres, porque cuando no lo eres, te conviertes en esclavo de tus estados de ánimo y banalidades. Quizá un buen ejercicio en la práctica profesional para no perder el rumbo en la vorágine de la vida, seria detenerse cada cierto tiempo y evaluar sus trabajos mediante algunas preguntas, ¿Cuál es la relevancia para la arquitectura de este proyecto? ¿Cómo aporta este proyecto a la experiencia humana?, ¿Estoy alineado con mi propósito como arquitecto? Y responder a ellas con humilde honestidad, para ubicar dónde están parados y de estar fuera de lugar, retomar el camino con vigor y convicción, como cuando nació la inquietud de dedicarse a esta profesión.
Las escuelas han convertido a la arquitectura en un trauma de carrera con tantas tareas y desveladas innecesarias que lo unico que logran es desgastar a los alumnos. No logran creatividad con un mundo de actuvidades que muchas veces son repetitivas y que mucha de esa carga no se asocia realmente con crear arquitectura. Eso no es pasion., los compañeros se enfocan tanto en todas las tareas y tienen tan poco tiempo de leer y aprender que siempre caen en copia pega o repite con tal de no ser reprobados.